Cuando la Baronesa Frambuesa habla de castañas, en realidad, de lo que habla, es del marron glaçé, esa castaña dulce, lujosa, laboriosa y dorada, cuyo nombre casa también con las baronesas y demás miembros de esa especie no protegida. Nada "huele" tanto a invierno, como los puestos de castañas asadas que aparecen de repente, cuando llega el otoño. La castaña, que antiguamente mitigó hambrunas en los pueblos, se convierte tras un lento proceso, en un bocado exquisito (si te gusta la castaña y lo dulce), cuyo origen está entre Italia y Francia... como casi todo lo que tiene que ver con el lujo. Como corresponde a tan delicado proceso, no es barato, pero los amantes del marron siempre defienden que está justificado.
Este postre (de nombre tan sonoro y aristocrático) es una clásica receta francesa. Tiene ventajas: se prepara en 10 minutos y puede tenerse listo desde el día anterior, facilitando mucho el trabajo. Gustará mucho a los amantes de la castaña y el marron, pero también a los no tan aficionados (mi caso), ya que su sabor se mitiga con el mascarpone. Es una elaboración muy sencilla que siempre queda bien.
INGREDIENTES:
para 4 moldes individuales de suflé
3 claras de huevo
200 gr. de crema de marron glaçé
100 gr, de mascarpone
3 cucharadas de brandy
60 gr. de azúcar
cacao en polvo
marron glaçé para decorar
ELABORACIÓN:
1. Untamos con mantequilla moldes individuales de suflé, y colocamos una tira de papel de horno alrededor para aumentar la altura. Llevamos al congelador
2. Mezclamos el mascarpone con la crema de marron y mezclamos bien, Añadimos el brandy
3. Batimos las claras hasta hacer un merengue, a mitad del proceso añadimos el azúcar
4. Añadimos unas cucharadas de merengue a la crema y mezclamos
5. Añadimos el resto y mezclamos con movimientos envolventes
6. Llenamos los moldes y congelamos. Podemos hacerlo de un día para otro
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